Siempre me ha tirado el Sur, debe ser por cuestiones familiares, y que he pasado allí mucho tiempo e incluso he vivido unos años. El encontrarme con el Norte me ha dado nuevos bríos, tantos que seguro que regresare a estas tierras muchas veces más.
No conocía la costa asturiana y me ha parecido muy interesante, durante el tiempo que hemos estado en Tapia de Casariego, hemos inspeccionado la zona y nos ha encantado no sólo la costa, con sus playas, si no también el interior. Nos ha permitido realizar nuestro turismo preferido el de visitar iglesias, y es que aquí la sidrina y las tapas corren casi por las venas.
El tipo de playa es distinto al que nos encontramos en otras zonas, no solo por sus aguas, también por el tipo de arena y las vistas que las circundan.
Reconozco que no me va mucho la playa, sobretodo eso de tomar el sol, para ponerse moreno a costa de echarle horas al asunto, pero un buen rato lo suelo pasar, debajo de una sombrilla, que me cobija del calor sofocante, aunque claro, en el Norte es distinto.
Un día nos dicen nuestros anfitriones, ¿por que no vais a Cala Mexota?, ellos no podían venir tenían que resolver unos asuntos, al menos eso nos dijeron, nos indicaron como ir, y nos prepararon el picnic. De esta forma los cuatros fuimos dispuestos a pasar un maravilloso día de playa.
La zona es muy bonita, y la cala también. Dejamos el coche donde nos habían indicado nuestros colegas, y bajamos por una zona de piedras a la playa. Nuestra sorpresa fue cuando vimos pasar a un señor en pelotas. Más adelante nos dimos cuenta, de que estaba todo el mundo desnudo, por lo que no tuvimos mas remedio que hacer lo propio y exponer nuestros cuerpos serranos a la multitud. ¿Que íbamos a hacer?, no era cuestión de largarnos y que nos tomaran por mirones, en una playa nudista, y saliéramos escardados.
El tiempo que permanecimos estuvimos más cortados, que la toalla de Freddy krueger. Tomando el sol de espaldas, por el temor a los muchos personajes de la otra cera que nos miraban, al menos eso nos parecía, con ojos libidinosos, incluso creo que nos tomaban por lo mismo, por suerte salimos sanos y a salvo de éste envite.
En la playa había gente de toda condición, nos sorprendió una señora entrada en años, con una barriga de al menos cuatrillizos (eso nos pareció), y unas tetas que le llegaban a la cintura, paseando su palmito. El panorama no estaba mal en general, predominando la gente madura y los hombres, aunque por suerte para nosotros nos deleitamos con un grupo de chicas que estaban enfrente.
Cuando regresamos al hogar se meaban los muy cabrones de nuestra historia.
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