jueves, 22 de diciembre de 2005

POLTERGEIST

Esta tarde he asistido a un hecho, insólito y aparentemente extraño. Una señora con dos niños salía de Toys "R" Us, se les veía contentos, seguramente los niños habrían elegido sus regalos de reyes. De repente, la señora empieza a cojear de un modo ostensible. ¿Torcedura de tobillo?, ¿rotura de tacón?, ¿ciática repentina?, ¿aducción extraterrestre?. No .

Toda la concurrencia se disponía a llamar al 112 o al Samur, para que enviaran unos médicos, cuando observamos que lo que le ocurría a esta buena señora es que había dejado el coche en un sitio reservado para minusválidos, y al ver un policía que le estaba multado, le entraron los siete males y se puso a cojear.

¡Vaya cara más dura!, les quería hacer ver a los curtidos policías sus problemas de espalda y demás cuentos. Pero estos profesionalmente le han puesto una receta, que posiblemente no evite sus sufridos dolores, que le hacen cojear, pero quizás si le sirvan para que la próxima vez se lo piense dos veces antes de realizar esas fechorías, rasgándole el bolsillo.

No hace mucho tuve que acudir al aeropuerto de Barajas. Iba con mucha prisa y el parking estaba repleto, las únicas plazas que estaban libres eran las reservadas para minusválidos (de unas 15 sólo estaba ocupada 1). ¿Qué hice?. Pues lo que haría todo el mundo, supongo, desesperarme buscando una plaza libre, dando vueltas hasta encontrarla, aparcar y salir corriendo como un poseso al que sigue un demonio -cuestión de talante o educación-.

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