tomaesto
Hay días que son estupendos pero siempre llega algún idiota que los fastidia.
Esto me ha pasado hoy viernes en el trabajo. Estaba siendo un día perfecto, hasta que llego el jefe y la fastidio. Como buen o mal jefe, eso nunca se sabe, me inclino por lo segundo, tiene la manía de tocar las pelotas, cuando menos razones tiene. He de reconocerlo tenemos bastante trabajo - seremos de los pocos funcionarios que trabajan- pero el trabajo va saliendo adelante. Se le ocurre, cambiarme de puesto (en el que por cierto se trabaja, pero lo hago a mi manera, sin que me estén dando la vara) y ponerme en otro, bajo el pretexto de que en este había demasiado trabajo. Yo como buen trabajador, sin rechistar me dirijo al otro puesto, pero como ya se sabe a rió revuelto ganancia de pescadores, he hecho mucho menos de lo que estaba haciendo, lo que estaba realizando en el otro puesto no se ha hecho, y al final de la jornada a quedado la mitad pendiente.
La verdad es que me he cabreado cuando me lo ha dicho, ya que unas de sus virtudes no es la delicadeza, me lo ha dicho de malas formas, como ya he dicho sumiso he ido al otro puesto, y he hecho lo que he querido.
Uno de mis lemas en el trabajo es no fijarme en lo que hacen los demás, pero ha llegado un punto en el que voy a hacer precisamente eso; si mis queridos compañeros hacen el perro, yo lo voy a hacer más. Estoy harto de ser el tonto que sumisamente acata las ordenes, aunque luego haga lo que me da la gana, porque seré tonto pero no gilipollas.
Al salir de la oficina, ¡por fin es viernes!, mañana no me toca trabajar, les he hecho un saludo, por ser más falsos que un billete de un euro, como el del niño de la foto, para despedirme de ellos hasta el lunes, que comenzara de nuevo la guerra de guerrillas, soy como un camaleón, me adapto al medio, y como asi lo han querido voy a ser un perro como ellos. Por otra parte, el cambio de táctica en el tema del dinero me ha dado buenos frutos y he finalizado el mes con ganancias (donde las dan las toman).
Esto me ha pasado hoy viernes en el trabajo. Estaba siendo un día perfecto, hasta que llego el jefe y la fastidio. Como buen o mal jefe, eso nunca se sabe, me inclino por lo segundo, tiene la manía de tocar las pelotas, cuando menos razones tiene. He de reconocerlo tenemos bastante trabajo - seremos de los pocos funcionarios que trabajan- pero el trabajo va saliendo adelante. Se le ocurre, cambiarme de puesto (en el que por cierto se trabaja, pero lo hago a mi manera, sin que me estén dando la vara) y ponerme en otro, bajo el pretexto de que en este había demasiado trabajo. Yo como buen trabajador, sin rechistar me dirijo al otro puesto, pero como ya se sabe a rió revuelto ganancia de pescadores, he hecho mucho menos de lo que estaba haciendo, lo que estaba realizando en el otro puesto no se ha hecho, y al final de la jornada a quedado la mitad pendiente.
La verdad es que me he cabreado cuando me lo ha dicho, ya que unas de sus virtudes no es la delicadeza, me lo ha dicho de malas formas, como ya he dicho sumiso he ido al otro puesto, y he hecho lo que he querido.
Uno de mis lemas en el trabajo es no fijarme en lo que hacen los demás, pero ha llegado un punto en el que voy a hacer precisamente eso; si mis queridos compañeros hacen el perro, yo lo voy a hacer más. Estoy harto de ser el tonto que sumisamente acata las ordenes, aunque luego haga lo que me da la gana, porque seré tonto pero no gilipollas.
Al salir de la oficina, ¡por fin es viernes!, mañana no me toca trabajar, les he hecho un saludo, por ser más falsos que un billete de un euro, como el del niño de la foto, para despedirme de ellos hasta el lunes, que comenzara de nuevo la guerra de guerrillas, soy como un camaleón, me adapto al medio, y como asi lo han querido voy a ser un perro como ellos. Por otra parte, el cambio de táctica en el tema del dinero me ha dado buenos frutos y he finalizado el mes con ganancias (donde las dan las toman).